Por qué tu dieta marca la diferencia y cómo reconocer los desencadenantes ocultos.
Las intolerancias son un gran problema en nuestra familia: histamina, lactosa, trigo, todo, y a veces me pregunto: ¿las intolerancias pueden ser también mi imaginación? ¿Está actualmente de moda demonizar ciertas cosas, o quizás las intolerancias están más extendidas porque nuestra dieta y estilo de vida han cambiado? En nuestro nuevo artículo exploramos estas y otras preguntas. Como siempre, te explicaremos qué está pasando exactamente en tu cuerpo y a qué debes prestar atención si sufres de polineuropatía o piernas inquietas.
Las intolerancias de un vistazo: lo que realmente hay detrás de ellas
La intolerancia alimentaria es más que una simple tendencia moderna. Ocurre cuando su cuerpo no puede procesar ciertas sustancias o solo puede procesarlas de manera inadecuada. A diferencia de una alergia, en la que el sistema inmunológico participa activamente, una intolerancia suele ser un problema digestivo. Faltan enzimas necesarias para la descomposición de determinadas sustancias o están presentes en cantidades demasiado pequeñas. Los diagnósticos más comunes incluyen intolerancia a la lactosa, intolerancia a la histamina e intolerancia al gluten.
Pero ¿por qué tanta gente lucha con esto hoy en día? Hay pruebas de que nuestro estilo de vida moderno (desde cambios en la dieta hasta mayores niveles de estrés) contribuye al aumento de la aparición de intolerancias.
lactosa
En la intolerancia a la lactosa, el cuerpo carece de la enzima lactasa, que es necesaria para descomponer el azúcar de la leche (lactosa). Este proceso garantiza que el azúcar de la leche no digerido llegue al intestino grueso, donde las bacterias lo descomponen, lo que provoca flatulencias, dolor abdominal y diarrea.
histamina
La histamina, una sustancia que se encuentra en muchos alimentos, juega un papel importante en las reacciones alérgicas y la inflamación. Con la intolerancia a la histamina, el cuerpo no puede descomponer la histamina de los alimentos con la suficiente rapidez, lo que provoca dolores de cabeza, erupciones cutáneas y problemas digestivos.
gluten
La intolerancia al gluten, también conocida como enfermedad celíaca, es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunológico reacciona al gluten que se encuentra en el trigo y otros cereales. Esto provoca graves daños intestinales. Sin embargo, también hay personas con sensibilidad al gluten no celíaca que presentan síntomas similares sin una reacción autoinmune.
Polineuropatía, gluten e histamina: ¿existen conexiones?
Para las personas con polineuropatía o piernas inquietas, la conexión con la intolerancia puede ser más profunda que el simple dolor abdominal o la hinchazón. Aquí se sospecha especialmente del gluten. Hay estudios que muestran un vínculo entre la sensibilidad al gluten no celíaca y enfermedades neurológicas como la polineuropatía. Un estudio realizado en Italia (2016) examinó a 300 pacientes con problemas neurológicos, incluidos aquellos con polineuropatía. Resultó que casi el 30% de estos pacientes tenían sensibilidad al gluten sin padecer enfermedad celíaca. Los investigadores sospechan que el gluten puede afectar a los nervios a través de procesos inflamatorios, lo que aumenta los síntomas. Las dietas sin gluten mejoraron los síntomas en algunos pacientes.
La histamina, que es responsable no sólo de las reacciones alérgicas sino también de la inflamación en el cuerpo, puede desempeñar un papel similar. Los procesos inflamatorios son un mecanismo clave en la polineuropatía. Se cree que la sobrecarga de histamina procedente de alimentos como el queso añejo, el vino tinto o el pescado podría aumentar los síntomas nerviosos. Desafortunadamente, todavía no existen estudios a gran escala al respecto, pero estudios iniciales más pequeños indican esta conexión. Aún no se comprende completamente el mecanismo exacto por el cual la histamina afecta al sistema nervioso. Sin embargo, existe evidencia de que los receptores de histamina en el sistema nervioso promueven procesos inflamatorios, que son particularmente problemáticos en pacientes con polineuropatía.
Deficiencia de nutrientes y polineuropatía.
Si tus intestinos no funcionan correctamente porque están luchando contra las intolerancias, verás los resultados no sólo en el baño, sino también en tu sangre. Los nutrientes ya no se pueden absorber correctamente y esto puede provocar deficiencias peligrosas, que son especialmente críticas si ya se padecen trastornos nerviosos como la polineuropatía o el SPI.
Una deficiencia de determinados nutrientes, como las vitaminas del grupo B (especialmente B12) o el magnesio, puede aumentar significativamente los síntomas de la polineuropatía. Estos nutrientes son esenciales para la función nerviosa y su absorción puede verse afectada por intolerancias alimentarias. La conexión entre la deficiencia de nutrientes y la polineuropatía ha sido bien investigada. Una deficiencia de vitamina B12, que puede ser especialmente crítica en una dieta vegana o vegetariana, provoca, por ejemplo, daños en la vaina de mielina, la capa protectora que rodea las fibras nerviosas.
Si nota síntomas de deficiencia de nutrientes, como fatiga persistente, calambres musculares, entumecimiento u hormigueo, su médico puede realizar análisis de sangre para determinar si existe una deficiencia. Las pruebas para detectar deficiencias de nutrientes, como vitamina B12 o magnesio, suelen estar cubiertas por el seguro médico si existe una sospecha específica y se presentan los síntomas correspondientes. Sin embargo, en el caso del magnesio, a menudo sólo se determina el nivel en sangre, lo que no siempre refleja la situación real del suministro, ya que la mayor parte se almacena en los tejidos.
Nuestra alimentación actual e intolerancias: ¿Qué está pasando en tu cuerpo?
Muchos expertos coinciden en que nuestra alimentación moderna influye decisivamente en el aumento de las intolerancias. Los alimentos procesados son ahora una parte integral de nuestra dieta, pero esto no deja de tener consecuencias para nuestra digestión y nuestro sistema inmunológico.
Alimentos procesados: estrés para los intestinos
Los alimentos procesados suelen contener conservantes, potenciadores del sabor, sustitutos del azúcar y grasas trans que son extrañas para el cuerpo. Estos ingredientes pueden irritar los intestinos y desequilibrar la flora intestinal natural. Una flora intestinal sana es esencial para el sistema inmunológico, porque alrededor del 70% de las células inmunitarias se encuentran en el intestino. Si se altera el equilibrio intestinal, pueden producirse procesos inflamatorios, que a su vez aumentan el riesgo de intolerancia y enfermedades crónicas como la polineuropatía.
Los alimentos procesados también suelen contener muchas calorías “vacías” y pocos nutrientes. Esto significa que aunque su cuerpo esté lleno, no recibe las vitaminas, minerales y fitoquímicos que necesita para procesar estos alimentos. El azúcar y los carbohidratos refinados pueden aumentar los niveles de insulina, lo que a largo plazo provoca inflamación y mayor resistencia a la insulina, una condición que también ejerce presión sobre el sistema nervioso y puede contribuir a síntomas como fatiga, dolor nervioso y entumecimiento.
Demasiada azúcar y el proceso inflamatorio “tranquilo”
El azúcar y los carbohidratos procesados provocan un rápido aumento de los niveles de azúcar en sangre, seguido de una caída igualmente rápida. Estas fluctuaciones someten al cuerpo a un estrés que favorece la liberación de sustancias inflamatorias como las citoquinas. Lo que resulta especialmente problemático es que estos procesos inflamatorios suelen ser crónicos y "silenciosos", es decir, al principio no provocan ningún síntoma perceptible. Sin embargo, a largo plazo pueden afectar los nervios y aumentar el riesgo de polineuropatía.
Intestino y cerebro: una estrecha conexión
El llamado "eje intestino-cerebro" ilustra cuán estrechamente están interconectados nuestro sistema digestivo y nuestro sistema nervioso. La alteración de la flora intestinal puede provocar inflamación no sólo en los intestinos sino también en el cerebro, lo que puede aumentar el riesgo de enfermedades neurológicas. Los estudios sugieren que un desequilibrio en la flora intestinal puede promover la inflamación e incluso la depresión y la ansiedad, lo que a su vez aumenta los síntomas en los pacientes con polineuropatía.
Consejos prácticos de uso.
Si sospecha que tiene una intolerancia, hay algunos pasos que puede seguir:
- Anote los síntomas: lleve un diario de alimentos y anote cuándo y después de qué comidas tiene síntomas.
- Pruebas de intolerancia: consulte con un médico o nutricionista. Actualmente existen pruebas específicas para lactosa, histamina y gluten.
- Cambie gradualmente: no deje de comer todos los alimentos "sospechosos" de inmediato. Una dieta de reducción o eliminación gradual ayuda a identificar claramente a los culpables.
- Preparados enzimáticos: Si tienes intolerancia a la lactosa, los preparados con lactasa pueden ayudarte a no tener que renunciar por completo a los productos lácteos.
- Evite los alimentos ricos en histamina: especialmente los alimentos maduros, fermentados y muy procesados, como el queso, el vino tinto, las salchichas y los productos enlatados, contienen histamina y deben evitarse si se tiene intolerancia a la histamina.
- Fortalezca la salud intestinal: lleve una dieta equilibrada con alimentos ricos en fibra, como cereales integrales, frutas y verduras, para favorecer su flora intestinal. Los probióticos y prebióticos, que se encuentran en alimentos fermentados como el yogur o el chucrut, pueden ayudar a restablecer el equilibrio de la flora intestinal.
- Haga que le hagan pruebas de deficiencias de nutrientes: los análisis de sangre periódicos realizados por su médico pueden mostrar si tiene una deficiencia de vitaminas o minerales que podría influir en sus síntomas. Se debe tener en cuenta especialmente la vitamina B12 y el magnesio.
Conclusión: lo que puedes llevar contigo
Las intolerancias no son sólo una tendencia, sino que pueden tener efectos reales en la salud, especialmente si sufres de polineuropatía o piernas inquietas. Nuestra dieta moderna, repleta de alimentos procesados y azúcares ocultos, puede aumentar el riesgo de intolerancias y trastornos nerviosos. Manteniendo una dieta sana y natural y probando y tratando posibles intolerancias, podrás mejorar tu bienestar y beneficiarte de una salud más estable a largo plazo. Presta atención a tu cuerpo, ajusta tu alimentación y no dudes en buscar ayuda profesional, la tienes en tus manos para aliviar tus síntomas y hacer tu vida nuevamente más placentera.