Por qué vale la pena analizar más de cerca un análisis de sangre
¿Tiene hormigueo persistente en los pies, entumecimiento en las manos o una sensación general de debilidad que simplemente no desaparece? Estos síntomas podrían indicar una variedad de problemas con los nervios, desde deficiencias leves hasta daños nerviosos complejos. En su próxima cita en el consultorio de un médico o neurólogo, puede ser útil analizar ciertos valores en su sangre para investigar posibles causas o factores de riesgo de daño a los nervios. En este texto aprenderá qué valores sanguíneos son especialmente importantes en relación con los problemas nerviosos, qué dicen los estudios actuales al respecto y cómo puede ayudar usted mismo a sus nervios mediante determinadas medidas.
¿Por qué es tan importante controlar los valores sanguíneos?
Su cuerpo es un sistema complejo en el que los nervios, los músculos, los órganos y el sistema inmunológico trabajan en estrecha colaboración. Si los trastornos aparecen en forma de dolor nervioso, entumecimiento u hormigueo, la causa puede estar en áreas completamente diferentes, por ejemplo en una deficiencia de ciertas vitaminas o minerales, en una inflamación o en problemas con el metabolismo del azúcar.
La dificultad radica en que las células nerviosas son muy sensibles y, en caso de una deficiencia persistente, a veces sólo muestran síntomas claros en una fase tardía. Un estudio publicado en el Journal of Neurological Diseases (2018) mostró que una gran proporción del dolor neuropático se debe a problemas o deficiencias metabólicas fácilmente tratables. Muchos de estos factores pueden identificarse o descartarse con una simple muestra de sangre. Aunque estos valores por sí solos no garantizan un diagnóstico, a menudo son el primer paso hacia un tratamiento específico.
Deficiencia de vitamina B12 y otras vitaminas B
Siempre que se mencionan posibles problemas nerviosos, casi siempre surge el nombre de la vitamina B12. Si falta esta vitamina durante un largo periodo de tiempo, puede provocar entumecimiento, hormigueo, marcha inestable y dificultad para concentrarse porque el cuerpo no puede reconstruir adecuadamente la vaina protectora de las fibras nerviosas. Un estudio de 2019 publicado en una revista neurológica mostró que las inyecciones de B12 en dosis altas en personas con daño en los nervios sensoriales mejoraron significativamente la sensación en los pies y las manos, así como la intensidad del dolor.
También se pueden incluir otras vitaminas del grupo B. La vitamina B1 desempeña un papel en el metabolismo energético de las células nerviosas, la vitamina B6 interviene en la transmisión de señales y el ácido fólico es un componente importante para muchos procesos del cuerpo. Una deficiencia combinada de estas vitaminas, por ejemplo debido a una mala alimentación, enfermedades intestinales crónicas o consumo excesivo de alcohol, puede provocar malestar, calambres y debilidad. Por lo tanto, vale la pena determinar en el laboratorio no sólo el nivel de B12, sino también de varias vitaminas B.
Los niveles de azúcar y sus consecuencias para los nervios
La diabetes o sus precursores se encuentran entre las causas más comunes de daño a los nervios, porque si el azúcar en la sangre es demasiado alto, el flujo sanguíneo a los nervios se resiente. Con el tiempo, esto provoca daños en las fibras sensibles. Además de la glucemia en ayunas, es importante medir la denominada glucemia a largo plazo. Este valor le indica si sus niveles de azúcar en sangre han sido demasiado altos durante semanas, incluso si esto no se nota en el momento en que se toma la muestra de sangre.
Una recopilación publicada en una revista sobre enfermedades del metabolismo del azúcar (2017) mostró que cuando los niveles de azúcar en sangre a largo plazo superan un cierto límite, el riesgo de daño nervioso aumenta drásticamente. Entonces, si usted experimenta repetidamente entumecimiento, hormigueo o ardor en los pies, no solo debe controlar su nivel de azúcar en sangre en ayunas una vez, sino también el nivel de azúcar en sangre que resume las últimas semanas. Incluso alguien con niveles ligeramente elevados de azúcar en sangre podría desarrollar una diabetes en pocos años y poner en peligro su sistema nervioso. Por el contrario, si dichos valores son elevados, un cambio en la dieta, combinado con más ejercicio y un control constante, puede ralentizar o incluso prevenir por completo la progresión del daño nervioso.
valores indicadores de inflamación
Algunos daños a los nervios están relacionados con inflamaciones o procesos autoinmunes en los que el sistema inmunitario ataca las propias estructuras del cuerpo. Ciertas proteínas o anticuerpos en la sangre pueden estar aumentados. Dos valores comunes que luego se tienen en cuenta son la llamada proteína inflamatoria general y la velocidad de sedimentación globular, que pueden proporcionar indicaciones de inflamación aguda o crónica.
Además, a veces se buscan anticuerpos relacionados con el reumatismo, especialmente si se sospecha una enfermedad reumática subyacente. Un estudio publicado en una revista neurológica europea (2016) encontró que alrededor del 10 por ciento de las personas con enfermedades nerviosas no aclaradas tenían valores anormales que estaban relacionados con procesos reumáticos o autoinmunes. Esto demuestra lo importante que es no perder de vista estos valores, especialmente cuando se han descartado las deficiencias clásicas.
Enfermedades de la tiroides y su impacto en los nervios
La función de la tiroides también puede tener un impacto significativo en los nervios. Cuando la glándula tiroides está hipoactiva, muchos procesos se ralentizan, los músculos pueden debilitarse y pueden aparecer molestias en las manos y los pies. Un estudio publicado en una revista neurológica (2015) mostró que las personas con función tiroidea reducida sufrían con mayor frecuencia dolores nerviosos inexplicables y alteraciones sensoriales que los sujetos de comparación sin problemas de tiroides.
En el caso de una tiroides hipoactiva o hiperactiva, existen valores especiales en la sangre que indican si se está produciendo suficiente hormona tiroidea o si hay un exceso o un defecto. La corrección con medicamentos a menudo también puede aliviar los síntomas nerviosos. Por lo tanto, si aparecen entumecimiento o trastornos nerviosos, vale la pena preguntar si existe un trastorno de la tiroides, incluso si no hay otros síntomas típicos como aumento de peso, temblores o taquicardia.
Minerales, oligoelementos y electrolitos
Un número sorprendente de problemas nerviosos surgen o empeoran cuando hay una deficiencia de minerales y oligoelementos importantes. Entre ellos se encuentran, por ejemplo, el magnesio, que es importante para la conducción y relajación de los músculos, o el potasio, que ayuda a la transmisión de señales. Una deficiencia a veces provoca calambres, debilidad muscular u hormigueo. Un estudio de 2017 publicado en una revista sobre enfermedades musculares y nerviosas mostró que las personas con calambres nocturnos en las pantorrillas a menudo tenían niveles de magnesio extremadamente bajos. Además, sus calambres mejoraron cuando tomaron altas dosis de magnesio.
Los oligoelementos como el zinc también pueden ser relevantes porque intervienen en muchos procesos enzimáticos del organismo. La deficiencia de zinc a menudo se manifiesta primero en forma de una cicatrización deficiente de las heridas o una susceptibilidad frecuente a las infecciones, pero también puede promover síntomas neurológicos. Por último, pero no menos importante, las irregularidades electrolíticas (por ejemplo, el equilibrio sodio-potasio) son un factor que a menudo se pasa por alto en las enfermedades neurológicas.
Indicaciones de exposición nociva a metales
Los metales tóxicos como el plomo, el mercurio o el arsénico pueden atacar las estructuras nerviosas y causar daños permanentes. Estos metales entran al organismo, por ejemplo, a través de determinadas profesiones (como las fábricas de reciclaje o de pilas usadas) o a través del agua potable contaminada. Cualquier persona que tenga un daño nervioso inexplicable y viva en un entorno con posible contaminación debería considerar realizar pruebas para detectar dichos contaminantes. Un estudio de una revista de medicina ocupacional y ambiental (2016) encontró que las personas que trabajaban en fábricas de baterías usadas muy a menudo presentaban concentraciones elevadas de plomo y, como resultado, desarrollaban déficits sensoriales o motores en las piernas y los brazos. Aunque este tipo de envenenamiento se ha vuelto poco común en general, puede ser una pista crucial cuando la causa no está clara.
Cuándo puede ayudar un examen del líquido cefalorraquídeo
En casos graves o poco claros, también puede ser necesario un examen del líquido cefalorraquídeo. Aunque no se trata de un análisis de sangre típico, aún así se considera un diagnóstico de laboratorio. Durante una punción lumbar, se extrae algo de líquido de la zona de la médula espinal en condiciones estériles. Contiene información importante sobre posibles procesos inflamatorios o autoinmunes. Si el contenido de proteínas aumenta considerablemente sin que haya muchas células inmunes presentes, esto podría indicar ciertas enfermedades nerviosas que desencadenan una reacción inmune anormal. Aunque el procedimiento es algo más invasivo que una simple extracción de sangre, a menudo proporciona información valiosa en casos de daño nervioso persistente o de rápida progresión. A veces esto se combina con un llamado examen electrofisiológico para comprobar la conducción nerviosa.
Cómo controlar los valores sanguíneos
En primer lugar, tiene sentido trabajar con su médico para establecer un perfil de laboratorio que se adapte individualmente a sus síntomas y factores de riesgo. Esto puede incluir la revisión de varias vitaminas B, el seguimiento de sus niveles de azúcar a lo largo del tiempo, la verificación de una posible inflamación en el cuerpo y, si es necesario, pruebas específicas para buscar enfermedades autoinmunes o metales tóxicos. En segundo lugar, es aconsejable comprobar los valores a un intervalo razonable (por ejemplo, cada pocos meses o al menos una vez al año) para poder identificar tendencias. Por ejemplo, si sus niveles de vitamina B12 disminuyen rápidamente, puede significar que no tiene suficiente cantidad en su dieta o que la absorción en los intestinos no está funcionando correctamente. Si tienes un problema de azúcar, podrás reconocer a tiempo cuando estás entrando en una zona crítica.
Un estudio publicado en Endocrine Practice (2020) encontró que las personas con diabetes inminente que controlaban sus valores de laboratorio regularmente tenían menos probabilidades de desarrollar daño nervioso severo que aquellos que solo controlaban sus valores esporádicamente. En tercer lugar, puede resultar útil llevar un diario de salud personal. En él podrás anotar qué síntomas tienes, qué tan intenso es el dolor en un día determinado, qué tan cansado estás y al mismo tiempo registrar los resultados de los análisis de laboratorio. Así es como puedes reconocer las conexiones: ¿Tu agotamiento aumenta cuando baja una determinada vitamina o tu malestar empeora a medida que tus niveles de azúcar se deterioran?
Medidas y consejos para unos mejores valores sanguíneos y una mayor salud nerviosa
Si los resultados de laboratorio revelan una deficiencia, se pueden tomar contramedidas específicas. Esto puede significar ajustar su dieta, por ejemplo, consumiendo más alimentos que contengan B12 (carne, huevos, productos lácteos) o tomando suplementos dietéticos consultando con su médico. Aquellos que siguen una dieta puramente vegetal deberían consumir específicamente vitamina B12, ya que esta vitamina se encuentra casi exclusivamente en productos animales. Incluso cuando se trata de los niveles de azúcar, pequeños cambios a menudo pueden tener un gran impacto: menos carbohidratos simples, más cereales integrales, verduras, proteínas y grasas saludables. Media hora de ejercicio moderado al día también ayuda a estabilizar el azúcar en la sangre y promover la circulación sanguínea, lo que a su vez beneficia los nervios.
Si se sospechan procesos inflamatorios o autoinmunes, ciertas medidas antiinflamatorias pueden ser útiles. Algunas personas reportan buenas experiencias con los ácidos grasos omega-3, la curcumina o los antioxidantes, aunque la situación científica aún no está clara. Un estudio publicado en el European Journal of Pain (2019) descubrió que dosis altas de ácidos grasos omega-3 podrían reducir levemente la inflamación en algunos pacientes con dolor crónico, lo que también puede afectar el dolor nervioso. Es importante no tomar pastillas indiscriminadamente, sino coordinar el procedimiento con un especialista.
Conclusión
En casos de daño a los nervios, es extremadamente útil no sólo observar el dolor o entumecimiento en sí, sino también realizar un análisis de sangre detallado. Numerosos resultados de investigaciones actuales subrayan que las deficiencias de vitaminas, los problemas con los niveles de azúcar, los procesos inflamatorios, los trastornos de la tiroides o incluso el estrés tóxico a menudo juegan un papel en el desarrollo y agravamiento de los problemas nerviosos. Si sólo se abordan los síntomas pero no la posible causa, se corre el riesgo de sufrir daños progresivos. Por el contrario, si la causa se identifica a tiempo y se trata específicamente, a menudo existe una posibilidad real de retardar la progresión de la neuropatía o aliviar los síntomas.
En concreto, además de comprobar la vitamina B12 y vitaminas similares, también conviene determinar los niveles de azúcar durante un periodo de tiempo más largo, prestar atención a los signos de inflamación y posiblemente no olvidar la tiroides. En casos especiales, las toxinas o los marcadores autoinmunes pueden ser relevantes. En última instancia, esto demuestra que una mirada integral a la sangre es un elemento importante para mantener o mejorar la salud de los nervios. Si pregunta activamente sobre estos valores en su próxima visita al médico, no solo podrá aprender más sobre su salud, sino también desarrollar un plan de tratamiento adecuado junto con el profesional médico. De esta manera, puedes apoyar de forma sostenible tu función nerviosa y prevenir posibles daños permanentes.